Muselina industrial bordada con lana hilada a mano, teñida al parecer con añil y con un colorante rojo sintético. El bordado es punto de lomillo dejando sueltas las puntadas para crear una textura relevada y afelpada. El bordado es tan denso que apenas se aprecian los diferentes elementos que componen el diseño, incluyendo grecas en gancho. La lana para estos trabajos no se producía localmente, sino que llegaba ya hilada y teñida, en manos de comerciantes itinerantes otomíes, según recordaban las bordadoras.

Los códices y otras fuentes de información pictórica del periodo de la invasión europea en Mesoamérica ilustran huipiles y faldas con cenefas decorativas en la orilla inferior, formato que tuvo continuidad en algunas regiones de México, especialmente en el sur de la Huasteca y en el norte de Oaxaca. Doña María, quien bordó esta enagua en su juventud y la guardó con cuidado para su vejez, fabricaba velas: de allí el sobrenombre como era conocida en el pueblo de Huautla. Ella llamaba a este diseño moicamamane, término que alude a la acción de cargar y lleva implícita la espalda como referente, al ver el zigzag como un dorso que se tuerce una y otra vez.